Comunicado en repudio a la represión en Villa Río Bermejito


Desde el Grupo de Investigación sobre Conflictos Sociales (GrICSo) de la Universidad Nacional del Nordeste nos pronunciamos en repudio a la represión policial desatada el 14 de octubre de este año contra las comunidades qom de Villa Río Bermejito, Departamento Gral. Güemes, provincia del Chaco. Los hechos represivos se sucedieron ante una movilización popular en reclamo por la suspensión, falta de pago de las pensiones por discapacidad, asignaciones, salarios y jubilaciones. Hasta el momento se desconoce la cantidad de personas heridas por el accionar policial y se denuncia la detención de cinco manifestantes.

Al histórico abandono estatal padecido por las comunidades del Chaco, reconocido en fallos internacionales que obligan al gobierno a atender especialmente su situación vulnerable, se agrega el desmantelamiento de las redes de contención comunitaria y la criminalización de la protesta social. Todo ello, producto de las políticas de ajuste y desfinanciamiento implementadas tanto por el gobierno provincial como por el gobierno nacional.

Por otra parte, esta política de reprimir cualquier manifestación social de trabajadores, ciudadanos, vecinos, organizaciones sociales en los hechos anula el derecho constitucional de peticionar a las autoridades. 

¿Qué deben hacer los pueblos originarios que se ven sumidos en el máximo abandono de persona por parte del estado nacional y provincial? ¿Deben aceptar sumisamente la muerte silenciosa que significa perder el  único ingreso estable con el que cuentan? 

Frente a comunidades que sufrieron un despojo histórico y que ayer reclamaban por las arbitrarias bajas de pensiones realizadas por el ANSES la respuesta del estado provincial fue la violencia policial. Los actuales servidores públicos entienden todavía se puede realizar una partición entre “indios buenos” e “indios malos”.  Por otra parte, la continua operación ideológica de estigmatizar a los manifestantes como “kirchneristas” sirve como justificación para borrar al sujeto histórico y la legitimidad del reclamo.  

Este “orden con retroceso social” nos afecta hoy día a la mayoría social, no solo a las comunidades, también a trabajadores de la salud pública, a trabajadores municipales, provinciales,  a docentes sin pago de la cláusula gatillo, a porteros de escuela, pero también a comerciantes y emprendedores en masivos procesos de quiebra.  

Una mención particular merece la repudiable actitud de algunos medios de comunicación que simplemente reproducen la versión del gobierno, con burdas operaciones de prensa que tienen a justificar la violencia policial, encubrir las responsabilidades oficiales, culpabilizar y estigmatizar a quienes reclaman por sus derechos (a la salud, alimentación y asistencia estatal).

Exigimos una investigación de los responsables materiales e ideológicos de la represión, así como la satisfacción de las demandas de las comunidades originarias, e invitamos a toda la comunidad universitaria a pronunciarse ante la gravedad de la situación.


Resistencia (Chaco), 14 de octubre de 2025

Cárcel, género y desigualdad. Informe sobre las condiciones de vida de las mujeres presas en Corrientes (2025)


Autores:

  •  Sofía Rodríguez Azcona
  •  Fernando Nahuel Marturet
  •  Hilda Presman


Sinopsis

Cárcel, género y desigualdad es el resultado de una investigación llevada a cabo entre 2022 y 2024. El informe fue desarrollado por el Observatorio de Conflictos Sociales y la Red de Derechos Humanos Corrientes, en articulación con el Comité Nacional para la Prevención de la Tortura (CNPT). Su objetivo es documentar, visibilizar y analizar las condiciones de vida de mujeres cis, trans y no binarias privadas de la libertad en la provincia de Corrientes, desde una perspectiva de género e interseccional.

A partir de entrevistas, registros institucionales y observaciones de campo, el informe detalla las múltiples vulneraciones que atraviesan las mujeres en contexto de encierro: el acceso limitado a derechos básicos como la salud, la educación, el trabajo, la comunicación y el contacto familiar, así como las formas específicas de violencia institucional que se reproducen en los espacios de reclusión.

Entre sus aportes más destacados, el trabajo presenta el desarrollo del proyecto Manos Artesanas, una iniciativa de producción colectiva que trasciende los muros del encierro promoviendo la inclusión social y la economía solidaria. Este espacio, conformado por mujeres detenidas, ha logrado generar vínculos con la comunidad mediante ferias abiertas, campañas solidarias y redes de comercialización externa.

El libro ofrece una mirada crítica y necesaria sobre el funcionamiento del sistema penal desde una perspectiva de género, aportando insumos claves para el diseño de políticas públicas más justas, humanas y reparadoras.

Navidad en La Palmira, un ejercicio de memoria a 60 años de la tragedia


por Fernando Marturet

"El pasado lleva un índice oculto
que no deja de remitir a la redención"
Walter Benjamin

Diciembre siempre fue un mes marcado por la nostalgia de los años que se fueron, el calor y los preparativos para las fiestas. Yo me acuerdo de mi abuelo Mario Marturet y las historias que solía contar. Era un hombre profundamente comprometido con las personas, sus vidas, sus familias y la posibilidad de ayudarlas; acompañó muchas luchas. Tenía una vasta colección de historias, pero había una en particular a la que siempre volvía: el desalojo del paraje La Palmira.

Pasaron 60 años desde aquella Nochebuena teñida de fuego en La Palmira. Para mi abuelo, este desalojo no fue simplemente un acto de injusticia, sino un momento crucial en la historia de Corrientes, un episodio que simbolizó la lucha por la tierra y el arraigo en una provincia profundamente conectada con sus raíces rurales. Hablar de territorio no se reduce al espacio físico, sino a las personas que lo habitan. La provincia de Corrientes creció adaptándose a sus características geográficas y a las posibilidades de la siembra y la cría de animales. Así surgieron las primeras colonias que, con el tiempo, se fusionaron con el paisaje. De asentamientos a parajes, de pueblitos a ciudades, Corrientes siempre creció desde abajo.

En este camino estaba La Palmira, tierras ocupadas y trabajadas por familias campesinas. Hasta que en julio de 1964 un acuerdo entre los gobiernos de Corrientes y Francia, bajo la administración de Charles de Gaulle, cedió 7.950 hectáreas de campo en el Departamento de Itatí a 23 familias de inmigrantes franco-argelinos. Mi abuelo, apenas tuvo noticia de aquel convenio inconsulto, supo que la injusticia estaba en marcha. Presentó un pedido de informe exigiendo explicaciones, pero la suerte de La Palmira ya estaba echada.

La maquinaria del desalojo se puso en marcha sin oposición efectiva. Tractores y excavadoras de la Dirección Provincial de Vialidad destruyeron ranchos y cultivos. En su libro ¿Diputado, yo?, Mario escribió: “El gobierno, sin intervención judicial, por decreto 4392/64, ordena el desalojo del campo. Fui testigo del primer rancho aplastado y de su chacra saqueada por el personal encargado de la infame tarea”.

La escena fue devastadora. Las casas se derrumbaban bajo el peso de la maquinaria, dejando tras de sí el llanto de familias desamparadas. Ni siquiera las fechas festivas detuvieron el feroz avance. El 23 de diciembre, el desalojo alcanzó niveles impensados de crueldad: las viviendas, símbolo de esfuerzo y esperanza, fueron incendiadas, iluminando con llamas el cielo de Nochebuena. Mario regresó a Corrientes y narró lo sucedido a su hermano Raúl Marturet, sacerdote. Este último escribió una carta abierta publicada en el diario El Litoral titulada "Navidad en La Palmira", denunciando la injusticia y llamando a la comunidad a manifestarse.

Así terminó 1964, entre cenizas y sombras. Las familias desalojadas de La Palmira no solo perdieron sus hogares, sino también su arraigo. Poco después, la colonización franco-argelina fracasó estrepitosamente. Incapaces de adaptarse a la vida rural, los nuevos colonos abandonaron aquellas tierras tal como Mario había anticipado. El suelo, que había sostenido generaciones, quedó baldío y herido.

A pesar del paso del tiempo, las cicatrices de La Palmira permanecen vivas en Corrientes, una provincia donde la tierra cambia de manos con creciente frecuencia, favoreciendo intereses extranjeros. Según el Registro Nacional de Tierras de 2022, Corrientes es hoy la cuarta provincia con mayor cantidad de hectáreas rurales en manos extranjeras, sumando un total de 716.293 hectáreas. Mi abuelo, Mario Marturet, alertaba ya sobre esta realidad que, en sus palabras, “parece ignorar el arraigo de los correntinos y su historia”, mientras que las tierras que una vez sustentaron comunidades locales ahora están en manos de forasteros.

Los departamentos correntinos con mayores tasas de extranjerización coinciden con zonas de gran valor natural y biodiversidad, como el área de los Esteros del Iberá, donde el acceso a la tierra representa no solo una disputa económica, sino también una lucha por la preservación cultural y ambiental de la región. Ituzaingó, que contiene una parte de este importante ecosistema, tiene el 33.9% de sus hectáreas rurales en manos de intereses extranjeros. San Miguel y Concepción, ambos con extensos humedales, también exhiben niveles alarmantes de extranjerización, con más del 30% de sus tierras controladas por foráneos. La organización ambientalista Defensores del Pastizal alerta que la reciente derogación de la Ley de Tierras −un cambio impulsado por el Decreto de Necesidad y Urgencia del presidente Milei− abre la puerta para una mayor concentración de estas tierras en manos de multinacionales, un fenómeno que describen como “una invitación al saqueo de nuestros bienes comunes y el endeudamiento de nuestro futuro”.

Estos desalojos, que en apariencia son legales, deshumanizan al campesino tratándolo como un intruso en su propia tierra, despojándolo de sus medios de vida y arrebatándole, poco a poco, su identidad. Las comunidades locales, incapaces de resistir frente a los intereses y leyes que protegen a las grandes inversiones, continúan siendo desplazadas. La historia de La Palmira nos recuerda que la batalla sigue siendo urgente, y que lo que está en juego no es solo una cuestión de propiedad, sino de derechos humanos.

Uno de los proyectos centrales de Mario durante su tiempo como diputado provincial fue la reforma agraria, que se convirtió en su estandarte de vida. Para él, esta reforma iba mucho más allá de redistribuir tierras, era una propuesta integral y científica basada en el uso racional y humano de los recursos. Su visión no se limitaba a dividir grandes extensiones, sino a establecer un sistema donde la tenencia y el uso de la tierra respondieran a las necesidades del territorio y sus habitantes. “La tierra no puede ser un bien de renta, sino un bien de trabajo”, decía.

La reforma agraria buscaba limitar los latifundios y asegurar que las parcelas fueran lo suficientemente grandes para sostener a las familias de manera digna, sin caer en la improductividad causada por la fragmentación excesiva. El régimen de uso racional no solo garantiza la productividad, sino que protege el tejido social, evitando que la tierra se disperse por las leyes de herencia hasta el punto en que la subdivisión anule su productividad. Todo esto en el fondo es una cuestión de soberanía: no puede haber desarrollo nacional ni identidad cultural sólida mientras la tierra continúe concentrándose en pocas manos extranjeras o de grandes capitales.

En la historia oficial de Corrientes, no hay lugar para relatos como el de La Palmira, pero su eco persiste, repitiéndose en cada familia que es forzada a dejar atrás lo que con sus manos construyó. La navidad es buen momento para pensar el lugar de la historia que le dejamos al otro: al excluido, al empobrecido, al desterrado, al prójimo. Ese prójimo que los hermanos Marturet siempre tenían presente… Tenemos una deuda con la historia que no deja de resonar y, al no tener lugar en los libros, aparece en todos lados, como en las historias que un abuelo cuenta a su nieto. Si el desalojo pretende erradicar, nuestra memoria tiene el poder de sembrar. Un brindis por Mario, por Raúl, por las familias de La Palmira y por todos los relatos que aún necesitan seguir siendo contados. ¡Salud!


Diciembre 2024

Crónica basada en el Capítulo 6 del libro Diputado... ¿Yo? Recuerdos, relatos y opiniones de Mario Alfredo Marturet, publicado en 2018 en Corrientes.

Sobrevivir para trabajar o trabajar para morir

por Adriana Carmona, Marcelo Graciosi y Maximiliano Román


El pasado 28 de noviembre se conoció la noticia de la muerte de dos maestras y un profesor cuando la embarcación que los trasladaba se hundió en el río Paraguay. Los tres docentes regresaban a Puerto Pilcomayo después de dar clases en la Escuela N° 171 de la Isla Buey Muerto. En la provincia de Formosa. Este caso, el último en una serie de muertes de docentes que iban o venían de sus lugares de trabajo. El dilema de vivir para trabajar o trabajar para vivir en este sistema económico ha llegado al extremo de convertirse en sobrevivir para trabajar. Hasta cuando seguiremos naturalizando la muerte de trabajadores por falta de condiciones dignas. Las siguientes líneas invitan a la reflexión, a tratar de entender lo que está pasando, desde una perspectiva critica social y a modo de expiación de culpa por ser parte de una sociedad que no hace nada ante el avasallamiento de nuestros derechos.

El hecho social

A colación de este trágico suceso, no podemos dejar de mencionar el femicidio de la bibliotecaria Erica Torres, quien se encontraba “haciendo dedo” el viernes 24 de mayo de este año, para concurrir a su lugar de trabajo la Escuela N°266 de la localidad de Charata. O la muerte de Carmen Soria en marzo de 2024, quien durante la siesta se dirigía de regreso a su hogar luego de una jornada de trabajo con 50 grados de sensación térmica en la escuela especial de Estanislao del Campo, donde a la vera de la ruta 81perdió el control de su motocicleta y falleció producto de un golpe de calor. Tampoco podemos dejar de mencionar el testimonio de una trabajadora de la E.N.S Nº 19 de la localidad de Corzuela quien el martes 21 de mayo del corriente hizo dedo para concurrir a su lugar de trabajo y sufrió un intento de abuso. ¿En qué medida podemos decir que estas muertes y abusos sexuales dejan de ser accidentes o hechos aislados y configuran hechos sociales?

Bajo la perspectiva de Emile Durkheim los hechos sociales “consisten en modos de actuar, pensar y sentir exteriores al individuo, y están dotados de un poder de coerción que se imponen sobre el” (Durkheim, p.40-41). En nuestro caso, vemos que viajar en lancha o viajar a dedo configuran hechos que se imponen a las docentes. Es una realidad exterior que a la vez las constituye como sujetos. Viajar a dedo es, de este modo, un hecho social, de la misma manera que es un hecho social morir o ser abusado en dicha actividad. La denominada evidencia empírica y el conteo de los casos permitiría incluso precisar el riesgo.

Por otra parte, la naturalización de este fenómeno que se puede apreciar en expresiones como “si sos docente ya sabes que tenes que hacer dedo”; indica que la coacción no es solo sobre un modo de obrar, sino también sobre la forma de pensar y sentir.   

En consonancia con lo dicho, este miércoles 27 de noviembre de 2024 un portal de noticias de la ciudad de Resistencia provincia del Chaco recoge testimonios de docentes que hacen dedo todos los días para ir a trabajar con el titular de “vocación pura”. Nuevamente, desde la óptica de Durkheim, la vocación no deja de ser un hecho social. El compromiso, el apego, el llamado a la tarea docente es también una imposición exterior al individuo, aunque no sea percibida como tal.   

¿Pero se trata realmente de vocación?

Si nos planteamos una aproximación desde materialismo histórico a la realidad de muchos docentes que viajan todos los días a dedo recorriendo más de 100 kilómetros (dedicando más tiempo a viajar que enseñar); la “vocación pura” se nos evapora y nos encontrarnos lisa y llanamente con las condiciones denigrantes de trabajo de la capa más pauperizada de trabajadoras de la educación. Estas condiciones de trabajo se ligan con la explotación en la medida en que se extrae fuerza de trabajo por un salario ínfimo y a la vez la tarea supone un alto grado de vulnerabilidad.

Sin embargo, el hecho de que este año, 5 trabajadores de la educación no sobrevivieron a su día de trabajo implica algo más. La explotación del trabajo de las docentes que residen en localidades distantes de las urbes donde consiguen empleo expone a un doble riesgo ligado al cuerpo de las mujeres, la virtualidad del abuso o la muerte indican un cruce, una “interseccionalidad” entre la violencia de la explotación del trabajo con la violencia de genero.

Normalización de las muertes excepcionales

Hace unos años atrás Damian Navarro, docente e investigador de la UNNE realiza una investigación explicando el tratamiento social de las muertes. Este autor explica como hay muertes “normales” y muertes excepcionales. Las muertes normales ocurren por edad avanzada o enfermedad incurable y otras similares; por supuesto que generan tristeza, pero no producen conflictos. Las muertes excepcionales en cambio “movilizan a la población, el carácter de evitable produce en el conjunto de la población una reacción que requieren una canalización, y a veces toma la forma de reclamos. Es como si provocaran una especie de exceso, que la población no puede soportar, y que es necesario sea colonizado” (Navarro. 2021). Existen, sin embargo, una serie de casos que reúnen varias de las propiedades para ser considerados excepcionales, y que, a pesar de ello, no producen reclamos o conflictos significativos en la sociedad, explica Navarro (2021 p.195) “en ellos se observa un proceso de invisibilización o normalización de las muertes, que presentan características excepcionales, esto es, que se han dado de manera tal que escapan a la naturalidad de los procesos biológicos. Sin embargo, han sido incorporadas a la dinámica social sin producir modificaciones significativas, han sido normalizadas.”  

Normalizar las muertes de trabajadoras de la educación invisibiliza las condiciones de explotación en las cuales estas muertes se producen:

  •        Falta de medios de trasporte adecuados
  •        Falta de salarios que permitan el acceso a un trasporte adecuado
  •        Falta de condiciones laborales adecuadas

Siguiendo con la tesis de Navarro “esta situación está posibilitada por las condiciones estructurales de las provincias en donde acontecieron, provincias pobres, escasamente industrializadas y donde el principal dinamizador de la economía es el empleo público” (2021, p.196), y fundamentalmente donde las trabajadoras de la educación se convierten mercancías fácilmente remplazables.

Finalmente, este autor señala que la presencia o ausencia de organizaciones sociales podría ser un factor que contribuya a la normalización de las muertes de trabajadores, sin embargo, en el caso de los docentes, existen mas de 10 organizaciones gremiales en cada una de estas provincias y una organización nacional. ¿Qué ocurre entonces? ¿Son muertes que importan?

Nuestra apuesta con este pequeño análisis es dar un paso necesario al hacer observable las formas en que opera una violencia tolerada: la de docentes mujeres que con el transitar del día sortean o no situaciones apremiantes.

Esta apuesta en el plano de la toma de conciencia tiende a producir una ruptura al colocar como eje hechos sociales opresivos, ruptura que consiste en vincularlos con contradicciones del orden social pero también con las propias contradicciones de nuestra mirada que condena los hechos pero a la vez los naturaliza.

 

Fuentes y bibliografía

“Una bibliotecaria fue brutalmente asesinada en Chaco: el femicida tenía una condena por abuso”. Infobae, 26/05/2024. Recuperado de: https://www.infobae.com/sociedad/policiales/2024/05/26/una-bibliotecaria-fue-brutalmente-asesinada-en-chaco-el-femicida-tenia-una-condena-por-abuso/

“Desgarrador testimonio de una docente que hacía dedo para ir a trabajar: ‘Pará o me tiro’". Diario Norte, 24/05/2024. Recuperado de: https://www.diarionorte.com/264233-desgarrador-testimonio-de-una-docente-que-hacia-dedo-para-ir-a-trabajar-para-o-me-tiro

“Vocación pura: docentes chaqueños recorren más de 100 kilómetros diarios para enseñar a sus alumnos”. Diario Tag, 27/11/2024. Recuperado de: https://www.diariotag.com/174350-vocacion-pura-docentes-chaquenos-recorren-mas-de-100-kilometros-diarios-para-ensenar-a-sus-alumnos

“Formosa: una docente murió tras perder el control de su moto”. Diario Norte, 14/07/2024. Recuperado de: https://www.diarionorte.com/256641-formosa-una-docente-murio-tras-perder-el-control-de-su-moto

“Murieron dos maestras que volvían de la Isla Buey Muerto tras darse vuelta su embarcación”. Diario La Mañana, 28/11/2024. Recuperado de: https://www.xn--lamaanaonline-lkb.com.ar/noticia/89357/murieron-dos-maestras-que-volvan-de-la-isla-buey-muerto-tras-darse-vuelta-su-embarcacin/

 “Hallaron el cuerpo sin vida del docente Rodolfo Ferraut”. Diario La Mañana, 29/11/2024. Recuperado de: https://www.xn--lamaanaonline-lkb.com.ar/noticia/89380/hallaron-el-cuerpo-sin-vida-del-docente-rodolfo-ferraut/

Durkheim, Émile (2001). La división del trabajo social. Madrid: Akal.

Navarro, Cosme Damián (2021) La normalización de la excepción. El conflicto ausente en el trata- miento social de la muerte en el Nordeste Argentino. Recuperado de https://repositorio.unne.edu.ar/handle/123456789/27499

Cuando el 25N no entra en las cárceles: mujeres presas en Corrientes

por Fernando Marturet y Sofía Rodríguez Azcona


 Argentina, un país que recientemente fue el único en votar en contra de una Resolución de la ONU que buscaba intensificar los esfuerzos para eliminar la violencia contra mujeres y niñas —especialmente en el entorno digital—, se encuentra en una preocupante crisis de derechos humanos. Esta circunstancia resalta la necesidad de visibilizar y analizar la relevancia del 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con un enfoque que no solo se quede en lo simbólico, sino que busque acciones concretas para hacer frente a las diversas violencias que atraviesan las mujeres. En este contexto vamos a hablar sobre las mujeres presas en la Provincia de Corrientes. Las instituciones judiciales y penitenciarias no cumplen con los protocolos internacionales básicos de derechos humanos para PPL (personas privadas de su libertad), como las Reglas de Bangkok, diseñadas específicamente para garantizar los derechos de mujeres privadas de su libertad.  

El perfil de las mujeres presas en Corrientes evidencia las desigualdades estructurales que atraviesan: la mayoría son jefas de hogar, madres de varios hijos, y provienen de contextos de pobreza extrema. Esta vulnerabilidad económica y social se traduce en una primera forma de violencia estructural que empuja a muchas de ellas a involucrarse en actividades ilegales de subsistencia, como la venta de drogas a pequeña escala. Según datos recientes, en 2020 más de 70 mujeres fueron judicializadas en Corrientes por delitos relacionados con la Ley 23.737 sobre tráfico de estupefacientes, una tendencia que se repite en otras provincias del país. Además, una porción significativa de las mujeres en prisión carece de estudios completos, lo que dificulta su acceso a trabajos formales y refuerza el círculo de exclusión. 

No es solo el aspecto económico el que condiciona la vida de estas mujeres. Otro grupo importante de mujeres en prisión ha sido condenado por delitos contra la persona, como homicidios o agresiones, muchas veces en el contexto de una violencia de género previa. En estos casos, la autodefensa se convierte en la única opción para protegerse a sí mismas o a sus hijos. Sin embargo, el sistema judicial rara vez toma en cuenta el contexto integral de estas situaciones, demostrando una preocupante falta de perspectiva de género en la interpretación y aplicación de la ley. Como resultado, las mujeres suelen enfrentar penas mucho más severas que los hombres por delitos similares. Aunque la población femenina encarcelada representa solo un 3,2% y la trans un 0,1%, estos números cobran relevancia al analizar la severidad de las condenas. En la actualidad, en una unidad penal específica, según datos de noviembre de 2024, hay 39 mujeres privadas de libertad, 30 de las cuales están condenadas. De estas 30, 15 tienen penas que superan los 20 años, incluyendo condenas inconstitucionales a prisión perpetua. Esto significa que el 50% de estas mujeres enfrentan condenas a perpetuidad, en comparación con el 9,25% de la población masculina en prisión. Las penas perpetuas contradicen el objetivo de la resocialización, un principio fundamental de la Convención Americana.

El sistema penitenciario en Corrientes, particularmente en la Unidad Penal N° 3 “Instituto Pelletier”, la única cárcel de mujeres en la provincia, tampoco garantiza condiciones de vida adecuadas. Las detenidas denuncian la falta de acceso a servicios básicos de salud, incumpliendo con las Reglas de Bangkok, que establecen la obligatoriedad de exámenes médicos exhaustivos al ingreso y la provisión de atención médica preventiva específica para mujeres, como controles ginecológicos de rutina. Las mujeres con enfermedades crónicas o mayores enfrentan un acceso aún más restringido a los servicios de salud, lo que agrava su situación. Además, el acceso a la educación y la capacitación laboral en prisión se basa en estereotipos tradicionales, enfocándose en actividades consideradas “femeninas”, lo que limita sus posibilidades reales de reintegración en la sociedad.

Esta realidad carcelaria tiene un claro componente de género que no se puede soslayar. Las violencias que enfrentan las mujeres en prisión son específicas y acumulativas: desde la falta de privacidad en las comisarías donde algunas pasan años en condiciones deplorables, hasta la discriminación en el sistema judicial, que parece incapaz de considerar las particularidades de sus vidas. Las cifras son elocuentes: según el SNEEP 2023, la desproporción en la cantidad de personal penitenciario dedicado a las mujeres respecto a los varones en Corrientes es evidente. Mientras que en la Unidad Penal 3 hay 134 funcionarios para 39 mujeres privadas de libertad, atendidas por 134 personas del servicio penitenciario. Esto significa que la proporción es de aproximadamente 3,4 agentes penitenciarios por cada mujer. Por otro lado, en la Unidad Penal N°1, una cárcel de varones, la situación es significativamente distinta. Con una población de 770 presos, la institución cuenta con 409 funcionarios penitenciarios en actividad, lo que resulta en una diferencia notable en la cárcel de mujeres, la dotación de personal penitenciario es casi seis veces mayor en términos relativos que en la cárcel de varones.  Por otro lado, los estereotipos de género también influyen en el tratamiento de las mujeres encarceladas. En el sistema penitenciario, las políticas educativas y laborales siguen una orientación patriarcal que limita a las mujeres a roles domésticos, perpetuando la idea de que deben "redimirse" a través de la maternidad y el cuidado del hogar. Esto, lejos de facilitar una verdadera reintegración social, refuerza los mismos patrones que contribuyeron a su exclusión en primer lugar.

La situación de las mujeres en contextos de encierro en Corrientes no es un problema aislado, sino una muestra de las profundas desigualdades que atraviesan a nuestra sociedad. La violencia estructural, institucional y simbólica que enfrentan estas mujeres refleja una crisis de derechos humanos que no puede seguir siendo ignorada. El sistema judicial, con su falta de perspectiva de género, impone condenas desproporcionadas que deshumanizan a quienes ya han sido víctimas de un entorno social y económico hostil. Además, las condiciones deplorables de vida en las cárceles, donde se perpetúan estereotipos y roles tradicionales, son una forma más de violencia que revictimiza a estas mujeres y las aleja de una verdadera posibilidad de reinserción social.

El 25 N nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre las formas menos evidentes, pero no por ello menos dañinas, de violencia que atraviesan las mujeres encarceladas. Es necesario reconocer que la pobreza y la exclusión tienen un rostro predominantemente femenino y que las políticas neoliberales han contribuido a aumentar la criminalización de las mujeres, especialmente de aquellas que, en su lucha por la supervivencia, se ven obligadas a actuar al margen de la ley. El sistema penal, lejos de ofrecer una salida, se convierte en un mecanismo que refuerza las mismas desigualdades que llevó a estas mujeres a su situación actual. La lucha contra la violencia hacia la mujer no puede limitarse a los espacios públicos o domésticos, sino que debe extenderse a todos los ámbitos, incluyendo el sistema penitenciario.


¿De qué hablamos cuando hablamos de “verdad”? De la posverdad a la a-verdad, políticas discursivas de una crueldad superyoica i-real


por Oscar Paniagua y Néstor Rodríguez


La violencia que introducís en un sistema no se evapora, queda dando vueltas

Carlos Busqued


Debido al ataque y desgaste que ha sufrido el concepto “verdad" durante los últimos años, ha perdido fuerza y credibilidad en pos de otras construcciones discursivas que no refieren ni necesitan de un correlato empírico ni mucho menos. Los enunciados del Presidente de la Nación en X (antes Twitter) y su séquito de obsecuentes y aplaudidores digitales, cuyo transitar diario no pasa más allá de la “calle online”, en la cual sustentan su ideología, demuestran que dentro de los marcos de X y el fluir de la información que por allí transita, no se necesitan más que ciertas interacciones para dotar a un enunciado de una legitimidad que en la realidad concreta, la de la calle, la del hambre, la del día a día, le es completamente ajena.

Dentro de los tempranos años que transita el siglo se fue construyendo lo que Preciado (2022) nos menciona como i-realidad, donde “lo auténticamente real es lo que tiene más presencia en internet (...), [la cual funciona como] un espacio de sentido construido cibernética y bioquímicamente en el que es posible vivir -y morir” (p. 141)[1]. En base a esto, podemos ver y analizar cómo a los post del presidente en Twitter se le suman, casi automáticamente, miles de respuestas y citas que validan/legitiman lo que este dice, más allá de si se corresponde empíricamente con la realidad concreta o no, porque esto al parecer ya no importa. La realidad ya no es la única verdad, ella ni siquiera entra en los marcos de diálogo de Twitter; lo que verdaderamente importa hoy es intentar satisfacer un deseo individual, una pulsión fachistoide de razón y odio que escapa a la comprobación y cuyo único fin es sostener una postura propia y un “sentirse-parte-de”, aunque ello sea a costa del sufrimiento de los trabajadores y trabajadoras que están siendo aniquilados por ajustes, desfinanciamiento y despidos.

Es por esto que podemos notar una política discursiva de la crueldad a costa del pueblo, ya que desde la vereda ideológica libertaria, el discurso que desde allí se emite sostiene el sufrimiento presente poniendo por delante un futuro de luces totalmente optimista, donde el progreso ha llegado a su culmen y alcanzado todo su potencial; una especie de “paraíso religioso” el cual si ha de cumplirse, el sufrimiento del pueblo es condición necesaria para su consecución. Asimismo, existe también otra idea similar surcando en esas mentes y esos usuarios: la de que por no haber sufrido lo suficiente no llegamos antes a ese paraíso prometido y que, por lo tanto, esto nos debería acarrear culpa; y que si no la sentimos debemos hacerlo, pareciéndose esto así a una política no solo de la crueldad sino también una política del superyó. Las políticas libertarias y su correlato discursivo en redes sociales, entonces, quieren hacer pagar cruelmente a quienes, según ellos, son los culpables del estancamiento del país, poniendo el peso (y la culpa) en los trabajadores, estudiantes, jubilados y un largo etcétera y olvidando (intencionalmente) a los mismos traidores de siempre (MM, LC y Cía.) instaurando así un sentido común de resignación y aceptación.

Entonces, lo que el presidente diga, pareciera ser “verdad” más allá de cualquier criterio e intento de comprobación porque la misma ya no necesita de estos, se conforma con la capacidad generadora de interacción que provoca el enunciado; asimismo el enunciado ya no vale por sí mismo sino por su condición de “ser-dicho-por”. Vemos así, entonces, que dentro de los marcos mismos de “diálogo” (si es que éste de alguna manera existe) ya no se encuentra la posibilidad de veracidad porque el enunciado mismo es verídico en tanto el presidente diga y los obsecuentes validen, construyéndose así lo que podríamos denominar como a-verdad, un carácter propio del discurso donde ni siquiera entra en juego el valor de “mentira” o “falsedad” sino que el discurso es (a-)verdadero porque existe un sector que lo enuncia, lo legitima y lo instaura; más allá de su correspondencia con la materialidad concreta.

Para poner más en claro, lo que conocíamos como “posverdad”, como discurso anterior y preparatorio, en el que distintos enunciados se disputaban el canon de “verdad”, erigiéndose aquel que es más repetido y asociado a alguna realidad -aunque ficticia-, ha dado lugar a la “a-verdad”, donde el discurso ya no necesita siquiera un referente de realidad ficticio, el componente alusivo ideológico ha desaparecido definitivamente. Ahora el criterio es absolutamente subjetivo: “Si el presidente dice que son cinco perros, son cinco perros” dijo el vocero presidencial cuando lo interrogaron al respecto de la existencia (o no) de las mascotas del mandatario[2].

Dicho esto, ¿cómo discutir y construir frente a alguien que no asume la posibilidad de una verdad y concluye en la negación de los criterios de verdad o de la verdad misma?; ¿cómo discutir sí los criterios ya no existen, si éste no asume un criterio concreto desde el cual empezar a dialogar o donde el nuevo criterio de esta verdad contingente, esta a-verdad, pareciera ser refrendada por el like y la interacción? Ya no importa el contenido, importa qué tanto un discurso compatibilice con la ideología propia y pueda ser repetido, retuiteado, reposteado y likeado; siendo estas las formas de legitimación del discurso oficializado.

Asimismo, entendemos que podemos encontrar varios niveles de seguidores; aquellos que se identifican con las políticas de crueldad, y disfrutan de ello, aunque deban pagar el costo de sufrir también las consecuencias, personas que en su devenir se han construido en el rechazo y odio a quienes no son ellos, es decir: el núcleo duro e invariable que seguiría al líder hasta la muerte. Otros son aquellos que se han dejado atrapar por la conveniencia del contenido ideológico, pero que encuentran ciertos “peros”, aquellos que han adherido por rechazo a lo anterior que representa una ideología ya probada y fracasada, estos solo considerarían la falla de su adhesión en el choque contra la pared (la realidad material). Es aquí donde es posible dar una batalla cultural.

Esta batalla debemos considerarla en sus formas; considerar, por ejemplo, la mecánica ideológica de la instauración de la a-verdad. Entender que el enemigo utiliza unos métodos tan violentos como efectivos. Nadie puede negar que el monopolio de los mass media es una forma violenta de socavar las voluntades y torcerlas hacia sus intereses. Entonces: ¿qué hacer?, ¿cómo enfrentar esta violencia?, ¿refugiarnos en aquello de que “el amor vence al odio”?, ¿marchar por la vereda para no molestar?, ¿esperar al 2027? O, tal vez, sea momento de entender que ciertas ideologías embutidas violentamente sólo podrán ser extirpadas con la misma fuerza que han sido sembradas.



¿De quién debemos tener miedo? Bullrich y su política de seguridad


El narcotráfico como negocio creció exponencialmente luego de que a nivel internacional se creara una declaración de sustancias ilegales, obligando así a los Estados parte a prohibir el consumo de dichas sustancias y combatir su tráfico. Esta declaración tiene sus matices, ya que se realizó por cuestiones más políticas que científicas y con el supuesto fin de proteger la salud humana. Sin entrar en el debate apologético, lo cierto es que la prohibición nunca logró disminuir el consumo ni el suministro de las drogas (Rossi, 2014).

A partir de las Convenciones de Naciones Unidas de 1961 (Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes), de 1971 (Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas) y de 1988 (Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas), crecieron y se especializaron organizaciones ad hoc, o carteles, que vinieron a competir o aliarse con las organizaciones criminales existentes como las triadas chinas, la yakuzza japonesa, la mafia, etc.

En consecuencia, el narcotráfico ha ido legitimándose económica, social y políticamente. Desde el punto de vista económico, poco a poco el sistema financiero fue creando nichos para el lavado de dinero. Los factores que favorecen al lavado son la libre circulación de capitales, las bancas off shore, los países con secretos bancarios y las políticas de “blanqueo de capitales”. Otra parte del dinero se recicla a través de fachadas como la compra de tierras, inmuebles, clubes de futbol, restaurantes, discotecas, etc. transformando a los narcotraficantes en empresarios respetados con mucho poder.

En lo social, el narcotráfico se legitima al ofrecer la satisfacción de necesidades tan básicas como el acceso a un ingreso para cubrir la alimentación. Fundamentalmente en lugares donde el Estado está ausente por difícil acceso, como las selvas, los bosques, o las villas miserias en las ciudades. Pero el narcotráfico no solo recluta entre los sectores más empobrecidos, también en la clase media, a través de profesionales que buscan satisfacer sus necesidades de consumo en una sociedad que valora lo que se tiene y donde el status lo otorga la capacidad de compra de autos, mansiones, viaje, carteras y otros bienes de lujo.

Por su parte, la legitimación política es contradictoria, porque mientras el Estado (nacional, provincial municipal) firma convenios y promulga leyes de lucha contra el narcotráfico, su estructura está atravesada por la corrupción, por funcionarios que cobran dádivas, sobornos o hacen la vista gorda. A su vez, el dinero del narcotráfico financia campañas electorales que aseguran la continuidad del business as usual.  

Traemos a colación a la Dra. Rossi porque hace más de 20 años se dedica al estudio e investigación de esta problemática en la Universidad Nacional de Rosario. Curiosamente, cuando las papas queman, el gobierno nacional de Javier Milei con su Ministra Bullrich ha decidido mirar a El Salvador e inspirarse en la política de Nayib Bukele, antes que consultar científicxs especialistas en el área que vivieron en la propia ciudad.

Las políticas de combate al narcotráfico mediante la securitizacion [1] son insuficientes, según la Dra. Rossi. Por el contrario, es necesario un abordaje integral que contemple la legalización del comercio de estas sustancias, el consumo en entornos controlados y desalentar el consumo mediante campañas que enseñen e informen a la población. El control efectivo al lavado de dinero es un tema clave para desalentar el negocio y reducir la oferta; como también promover el empleo para que permita vivir dignamente sin tener que recurrir a la delincuencia. Todo lo cual implica políticas públicas, palabra no grata para el actual gobierno nacional.

Desde luego los criminales deben ser juzgados y condenados como dicta la ley; no obstante, combatir el fuego con fuego solo termina generando un incendio. Por ejemplo, en los casos de guerra contra las drogas en Colombia y México que culminaron con la captura de los grandes capos narcos como Pablo Escobar y el Chapo Guzmán, no causaron la extinción del narcotráfico, sino que multiplicaron las organizaciones criminales y las guerras entre bandas aumentando los niveles violencia. De ese modo, se ha llegado a lo que se denomina narcoestados, es decir, lugares donde el gobierno es de facto por parte de carteles u organizaciones criminales que no solo tienen el control del territorio sino también de la población a quienes gobiernan a su antojo. 

A su vez, como toda guerra, las bajas no son solamente de criminales sino también de miles de jóvenes integrantes de las fuerzas y civiles que quedan bajo el fuego cruzado. La política de War on drugs fue impulsada por el Presidente Richard Nixon desde 1971, cuando se creó la DEA (Drug Enformcement Department) y tuvo un alcance mundial. Aún en la actualidad, la DEA opera y tiene agentes trabajando en todo el mundo. Paradójicamente, uno de los países con mayor consumo de cocaína, durante mucho tiempo, financió millones de dólares a la guerra contra las drogas sin lograr extinguir este negocio.


“Hacia allá vamos”

"Queremos seguir el modelo que ustedes están llevando adelante”, le dijo la Ministra de Seguridad  argentina Patricia Bullrich al presidente de El Salvador durante la cumbre de fuerzas conservadoras en Washington el pasado mes de febrero.

La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito plantea que El Salvador en el 2021 tenía una tasa de asesinatos del 17,18 por cantidad de habitante mientras que la Argentina era del 4,62. Este dato muestra la distancia en cuanto a nivel de violencia entre ambos países, aun así, hay algo en el modelo de Bukele que capta la atención principalmente de los partidos de derecha en América Latina.

Las políticas del mandatario salvadoreño no solo fueron cuestionadas por organizaciones civiles y asociaciones internacionales, sino también por la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, que en más de una oportunidad expresó su preocupación por las consecuencias que las medidas de excepción tuvieron sobre las libertades y garantías de la población. Pero ¿en qué cosiste esta política?

El Plan Control Territorial fue lanzado el 20 de junio de 2019, resulta en una sucesión de fases cada una con sus objetivos específicos. La primera fase se concentro en los aspectos represivos, control de los centros penales, interrupción del financiamiento al crimen organizado y el fortalecimiento de los cuerpos de seguridad. Los primeros meses fueron los más sangrientos puesto que las organizaciones criminales respondieron con la fuerza “abriendo válvulas” lo cual significa ejecutar grandes matanzas, llegándose a producir 87 asesinatos en un fin de semana.

Actualmente la fase seis del plan se encuentra en ejecución a cargo de la Fundación Forever, cuyo presidente es el argentino Alejandro Gutman, quien hace mas de 20 años trabaja con los jóvenes de familias empobrecidas en ese país.

La fase seis denominada de integración se concentra en ofrecer oportunidades laborales y educativas para los jóvenes. Este plan se financio con millones provenientes del Banco Centroamericano de Integración Económica, grandes sumas del presupuesto nacional y hasta donaciones. La batería de medidas que acompañan son el estado de excepción que lleva más de dos años, las detenciones arbitrarias, la construcción de una mega cárcel para alojar a 40 mil reos y hasta condenas con reclusión para niños de 12 años, incluso amenazo con dejar morir de hambre a los presos si aumentaba la violencia en las calles.

En cuanto a su efectividad, ha logrado reducir la tasa de homicidios de 38 por cada 100.000 habitantes en 2019 a 7,8 en 2022, según cifras oficiales, aunque estas no registran la muerte de pandilleros por parte de las fuerzas de seguridad.  En cuanto a su popularidad el 85% de los salvadoreños votaron a favor de estas medidas al otorgar la reelección de su creador el presidente Bukele.  


¿Cualquier parecido con la argentina actual es pura coincidencia?

Desde organismos de DDHH nacionales e internacionales como Amnistía Internacional Argentina se destaca la profunda preocupación por el impacto de las políticas recientes en la vida y los derechos de las personas. El lugar de los derechos humanos en el gobierno de Milei parece marginal, evidenciado por la eliminación del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos en la estructura gubernamental.

El 2 de abril, Milei expresó la necesidad de "reconciliarse con las fuerzas armadas", un gesto que algunos interpretan como negacionismo histórico y una preparación para situaciones futuras donde las fuerzas de seguridad puedan ser cuestionadas por el uso excesivo de la fuerza. Esto incrementa el riesgo de impunidad en los juicios por crímenes de lesa humanidad, afectado por factores como la salud de los acusados y las condiciones carcelarias.

Además, se han anunciado posibles cierres de sitios y Espacios de Memoria, como el Ecunhi, bajo acusaciones de propaganda política. También el cierre del INADI, la prohibición del lenguaje inclusivo y la perspectiva de género en la Administración Pública, así como el incumplimiento de leyes laborales, la incitación al gatillo fácil, la pretensión de gobernar mediante decretos y la reciente apertura para denunciar a docentes por adoctrinamiento ideológico. Estas medidas, que se multiplican diariamente, atacan directamente la democracia y el acceso a los derechos garantizados por la Constitución Nacional y tratados internacionales.

Tanto el Presidente como su Vicepresidente y la Ministra de Seguridad, están encantados con la política represiva, hasta se puede decir que tienen cierta admiración por las políticas de terrorismo de estado. Recientemente la Ministra hablo de “una guerra sin cuartel contra el narcoterrorismo” justificando así la batería de medidas represivas que prometió desplegar en Rosario ante los trágicos hechos.  

Este grupo, desde el fallido DNU está intentando endurecer el sistema penal, otorgar mayor margen de maniobra e impunidad a las fuerzas armadas, mejorar su equipamiento, bajar la edad de imputabilidad y hasta jugaron con la posibilidad de suspender reuniones de mas de 3 personas apelando a operaciones “antiterroristas”.    

El tema de la militarización como solución a la cuestión del narcotráfico resuena desde hace años. Sin embargo, se trata de una vía ineficiente y que incluso puede empeorar la situación por varios factores. Se ha comprobado que el narco ya tiene aliados activos en las fuerzas de seguridad, la gran mayoría de las balas utilizadas son rastreables a comisarías, por ejemplo, el 12 de marzo de 2024 se conoció la noticia de que en Rosario dos taxistas fueron asesinados con balas de la Policía de Santa Fe. De este modo la inversión en armamento para la lucha contra el narcotráfico termina estando al servicio de los delincuentes.

Que las FFAA se acoplen a fuerzas ya corruptas abre la puerta a que estas también se corrompan, pero esta vez con armas de calibre militar.

No se plantea ninguna solución de fondo al problema, no se ataca ni el lavado de dinero ni la pobreza, principal causa por la que les pibes prefieren asesinar por unos pocos pesos con tal de poder comer. En un contexto de indigencia tan alto, mucha gente es vulnerable a ser empleada por el narco, por lo que no se puede desarrollar un operativo militar para detener esto. Cuando los soldados deban retirarse, es inevitable que la situación resurja, porque las condiciones materiales que crean este problema están intactas.

La palabra clave es el terrorismo, mucho se ha analizado en el área de la geopolítica sobre el terrorismo después del atentado del 11-S. Por ejemplo, D. Harvey analizaba la política de E.E.U.U después la Operación Nuevo Amanecer y como cuando todas las razones para emprender una guerra preventiva en Iraq se revelaron deficientes, el presidente norteamericano George Bush apela a eliminar el terrorismo y a “la libertad” como suficientes para invadir ese país.

Que casualidad lo que implicaba la libertad en ese momento quedo plasmado en el decreto de Paul Bremer quien asumió la Dirección de la Autoridad Provisional de la Coalición en Iraq, las medidas eran:

-La plena privatización de las empresas públicas.

-Plenos derechos de propiedad para empresas extranjeras que adquieran empresas iraquíes.

-Repatriación de los beneficios extranjeros.

-Apertura de los bancos iraquíes al control extranjero.

-Eliminación de todas las barreras comerciales.

-Regulación estricta del mercado de trabajo: prohibición de huelgas en sectores claves de la economía y el derecho de sindicación restringido.

Es decir, la libertad de los iraquíes se aseguraba a través de la libertad de mercado. Siguiendo con el análisis sobre el terrorismo, esta es una palabra que justamente causa su efecto deseado, generar terror en la población y por la tanto justificar la respuesta, así sea la restricción de la libertad en pos de la seguridad. Recordemos que en Iraq murieron 289 mil víctimas en seis años, de los cuales el 65 por ciento eran civiles ¿todas estas muertes en nombre de la libertad?  La libertad de quien seria la pregunta correcta.

Para finalizar traemos a Roberto Samar (2012), quien realiza un breve resumen sobre los múltiples significados que tiene el terrorismo, recomendando su lectura, pero sobre todo esta cita de su escrito que resulta más que interesante: “Recordemos que el genocida Jorge Rafael Videla definió a un terrorista a alguien no es solamente alguien con un arma de fuego o una bomba, sino también alguien que difunde ideas contrarias a la civilización occidental y cristiana”. Otra coincidencia: Milei en su discurso frente a todo el mundo en el Foro de Davos dijo que “Occidente esta en peligro” ¿Debemos tener miedo? 

También aquí podríamos preguntarnos de quién tener miedo.  

 


Enlaces de interés

"Patricia Bullrich, la fan número uno de Nayib Bukele". Página/12. 23/02/2024. 

ARÉVALO, Karla. "¿En qué consiste el “modelo Bukele” sobre la seguridad en El Salvador?". En: Voz de América. 11/08/2023.

BBC Mundo News (2022). Bukele contra las maras: 3 polémicas medidas aprobadas por El Salvador para combatir a las pandillas. 06/04/2022.

CHAÑI, Ivana. "Narco en Rosario: Matan con balas y pistolas de la Policía". AriesOnLine. 12/03/2024

HARVEY, David (2003). The New Imperialism. Oxford, Oxford University Press, 2003. Cap I y II.

ONU. Oficina contra la droga y el delito (2005). Informe mundial sobre las drogas 2005. Volumen I: Análisis.

ONU. Oficina contra la droga y el delito (2003). Informe mundial sobre las drogas 2003

ROSSI, Adriana (2014). "Narcotráfico y seguridad en América Latina". En: Revista de la Bolsa de Comercio de Rosario. N° 1522 - 03 de Junio de 2014.

SALAZAR P., Robinson; Yenissey Rojas, Ivonne (2011). "La securitización de la seguridad pública: una reflexión necesaria". En: El Cotidiano. Universidad Autónoma Metropolitana - Unidad Azcapotzalco, México D.F. N° 166, marzo-abril 2011, pp. 33-43.

SAMAR, Roberto (2012). Política y comunicación. EDUCO ‐ Universidad Nacional del Comahue, Neuquén.

SECRETARÍA DE PRENSA DE LA PRESIDENCIA (2023). Gobierno de El Salvador. El Salvador registra el promedio de homicidios más bajo de Centroamérica. 05/01/2023.

SECRETARÍA DE PRENSA DE LA PRESIDENCIA (2022). Gobierno de El Salvador. En el tiempo que lleva el Gobierno del Presidente Nayib Bukele el Plan Control Territorial es la mejor defensa del pueblo ante la agresión de las pandillas. 24/11/2022.

TOKATLIAN, Juan Gabriel (2016) "¿Argentina es el tercer exportador mundial de cocaína?". Página/12. 14/07/2016. 

 



[1] La Securitizacion es un término que surge de los estudios de Weaver, Ole en 1995 cuando analiza los denominados conflictos de baja Intensidad designados como amenazas por el Departamento de Estado de Estados Unidos, una de esas amenazas fue el narcotráfico. Por su parte securitizacion está vinculada con la seguridad, certidumbre y defensa de un objeto o bien que tiene un valor asignado dentro de la sociedad y el valor justifica la medida y los actos que puedan aplicarse, o en defensa de ese bien económico, político o social; permitiendo así al Estado recurrir a medios extraordinarios, en un marco de legitimidad, y garantizar la defensa de los ciudadanos, el blindaje de las instituciones o evitar la guerra o el impacto desfavorable que la amenaza trae consigo.